Alejandro Arzayus García
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![]() ![]() LA CATARSIS DE UN BUFÓN SIN NOMBRE
LA AMBICIÓN
Otrora ausente de la cosmogonía cotidiana/ ni el mezcal de tus mejillas, ni el ignoto lunar de tus sibilinas caderas me corrompe ¡qué mentira! Siempre quise ser ebanista de tus curvas pero la inmersión en tu cálido loto de fuego, fue burbuja psicotrópica.
Como una zarina con arte equilibrista paseaste por esta huella de zinc sobre el tejado de la vida/ aunque el álgido momento fue desnudarte con mis ojos sibaritas de fresas rojas en almíbar, sobre pueriles algodones cuyo clímax, endulzado en colapsos, orgasmos y blasfemias, de colchón sin herraduras, de muñecas con esposas, de epidermis lujuriosa sin vergüenza, de espasmo y mordisco en la trastienda. ¡Vaya crueldad y que ambición de mercader fenicio aquel sueño de tenerte toda y solo mía!
SONETO DEL HEREJE
A un Dios puse por testículo derecho y he jurado que mi odio era sincero ¡viva Cristo! si he sido un embustero y afirmo que de amarte estoy maltrecho/
No niego que me encuentre satisfecho cuando caigo en tus mares cual velero mas tu amor es la jaula de un jilguero que me atrapa en las noches por el pecho/
Ni una lira, ni mi arpa me consuelan ni la luna me obsequia una sonrisa y tu ausencia es punzante como espuela/
El remedio es fugarme con la brisa, la Odisea de un gorrión que ya no vuela herido y solitario en la cornisa. EN MI BOLSILLO
Pletórico paño de lágrimas lleva en su sino el estigma. Se tambalea como una peonza, zigzaguea y cae derrotado. Rugen de un cuerpo sin vida mutiladas esperanzas. Se desvanecen y se pierden sonrisas mudas caídas del cielo. Viven fugazmente (añoranzas) en un trocito de alma expoliada y dañada. Lleva en su camisa (apolillada) un olor a tempestad, a dicha a medias. ¿Y en sus bolsillos? Un bono-ticket del gris ocaso. Sus calcetines (viejos y rotos) amaestrados. ¿Y en sus zapatos? Prisas gastadas y nunca huella. Y se pregunta (siempre en la noche) ¿Acaso importa? Nunca contesta (y se entristece) Bebe el café y se despide... Busca en su bolso (quizás chistera) y siempre encuentra: Arrugado, vil y solo el carnet de socio... De su fracaso.
_________ POEMAS PARA WARTA Y EL SÚBITO DESPERTAR DEL TIEMPO
CONDICIÓN HUMANA
No es a mí a quien rechazas sino a mi ego. No es a mí a quien detestas sino a mi voz. No es a mí a quien no quieres ver jamás, solamente prefieres ver a otros antes que a mi. No te culpo, lo que ven tus ojos, lo vieron antes los míos, hartos de toparse día a día con todos los defectos -que salvo a los miopes hacer soportable puede- mirarse al levantarse fijamente en el espejo, y no blasfemar irremediablemente. EL AMOR
El amor es muy similar a un hospicio. Todos los que alli pernoctan, quieren dar poco o nada. En la mayoría de las ocasiones la estancia es corta… Y las despedidas, siempre son frías… PERO NO IMPORTA A NADIE
Sabíamos todos que el cielo era un relámpago dormido, y que en las noches anidan las tristezas… Pero eso ya no importa nada. Ni a ti, ni a mí, ni a nadie.
Hoy te volveré a ver - entre la niebla- y besaré tus mejillas, y abrazaré tus parpados con manos de amapola.
Sabíamos todos que el cielo era un relámpago dormido, pero eso ya no importa nada, ni a ti, ni a mí, ni a nadie…
¡Qué lástima, que ya no seas eterna!
ELLAS
EFIGENIA
Mi abuela naufraga en su memoria tejiendo sombras al compás de unos ojos que se cansaron de velar su tiempo y que prefieren esconderse en los recovecos del pasado. Sus ojillos cansados vislumbran los años del maracuyá dulce y de la papaya inédita derretida entre sus manos antes de saborear la pulpa de sus treinta años y el olor de la leña tosiendo llanto y humo a desiguales partes. Los nombres suponen figuras ancladas en un tiempo remoto de úteros azules y madrugadas tibias compartidas por ese carrusel de hijos y nietos que se esconden en cajones de madera con aroma a antaño. Desde la silla, próxima a la ventana otea un mundo que ya no le pertenece y las buganvillas le recuerdan que el tiempo no tiene memoria y el sueño supura un manantial de caricias heredadas sin futuro. Mientras duerme, el tiempo la persigue pero ella escapa, siempre sin rumbo y su única preocupación es moler la soledad del que se ha fundido por completo en sus recuerdos y su gesto mayestático y último consiste en escupir –como hastiada- renegando de lo áspero y agrio de este mundo. A CARMEN
Cuando te humillo con mi sexo harto de placer déspota que brota de la copa de un tirano. Tú sonríes, y eso me espanta. Y tu boca se revela como una flor ungida, hambrienta por un nuevo dios que la mancille. Corina trabaja en un burdel en San Sebastián. Ella es la cocinera de las chicas.
Las chicas siempre le piden patatas fritas y huevos ella se enfada ¡Se me van a morir si solo comen eso!
Las chicas se despiertan muy tarde, con hambre de leonas y a veces montan algún pollo o bien por carácter o bien por el resacón de coca y whiskey.
Cariño, me dice Corina hoy le he puesto a una de mis niñas el puré en la cabeza. Ya estoy harta de darles huevos, ¡Qué se coman el jodido puré!
Corina hace su trabajo con amor. Las chicas son sus niñas las sabanas, los jadeos, las rayitas son lo cotidiano la vida que se aspira la vida que hiede que se agita. El sexo busca matar la muerte o reivindicar la vida.
Sus niñas juegan a un juego que no entienden y se rebelan cuando no comen patatas fritas. Cuando se rebelan, las echan pero siempre hay un lugar para una nueva.
Yo a mis niñas les cocino con amor siempre con amor resuella Corina.
DESNUDÁNDONOS DEL POLVO I Ahora que te siento tan mortal a hurtadillas te observo te vigilo y en el santuario de la cocina esperas con un anhelo que se alarga y se resiste. Dante espera sin saberlo el que podría ser su último bocado mientras el cáncer gana la batalla. De momento la cocina sigue siendo inexpugnable bunker la cola se balancea las orejas en punta las patas estiradas la felicidad –al fin y al cabo- no es tan esquiva. María seguía la luz como el hilo de Ariadna en el futuro. La magnitud, la claridad, una ventana –nuestra-, el fondo, el corredor un cigarrillo... Hay en todas las medianoches una mañana en ciernes. Esa claridad desvanecida ese cuerpo flotante amansado por unas olas tersas e imprudentes. Para ti que has sentido en tu rostro el invierno para ti que desayunarás de esa claridad que pronto te dejará huérfana. Tú decías que el mundo era una lágrima desierta pero reías con los ojos como infringiendo caricias a esos que te habían llenado el corazón de puntos negros. Para ti que has sentido en tu boca el invierno el vaho impertérrito de una mañana oscura de febrero. Para ti que coges mis manos como se palpan los deseos... Con la triste sonrisa del invierno con las pestañas inclinadas. A veces rompes a llorar como sin ningún motivo aunque no te falten, y también las ganas de romperlo todo pero ya no queda nada que romper, y te has dejado la vida entretejiendo las tristezas con el puñal de los recuerdos. En ocasiones también sonríes como para llenar los labios y vas rezumando un amor que se escurre por tus manos anegadas como acariciando jalea imaginaria, que envuelven esas caricias que prodigaste a los que no has querido. A veces rompes a llorar, de repente como una llamada de un hijo arrepentido o como el atónito ladrido de un perro en la terraza. Después levantas la cabeza, y a través de los cristales, que forman un reflejo inverosímil, irrumpe una carcajada –a mandíbula batiente- y se te escapa entre los dientes: quien ríe último; ríe solo.
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